lunes, 30 de abril de 2012

Obesidad y càncer

29 abril, 2012 - Diraio El Pais (digital) - Dra. Graciela Perez Sartori Además de aumentar el riesgo de diabetes y enfermedad cardiovascular, actualmente se sabe que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer de colon-recto, endometrio (capa interna del útero), mama en la postmenopausia, esófago, vesícula y riñón entre otros. En parte, esta asociación con el riesgo de cáncer puede explicarse por alteraciones en el metabolismo de las hormonas e insulina que distorsionan el balance entre proliferación, diferenciación y muerte celular. ¿Quién es obeso? El 60% de los uruguayos tiene sobrepeso y el 24% obesidad. Para saber si tienes sobrepeso u obesidad debes relacionar tu peso con tu estatura y calcular el índice de masa corporal. Esto es muy sencillo, simplemente divide tu peso en kg por tu estatura en metros al cuadrado. Es decir si pesas 80 kg y mide 1,60 m, tu índice de masa corporal será 80 ÷ 2,56= 31,2. Para un adulto se considera que si el índice de masa corporal está entre 18,5 y 24,9 el peso es adecuado, entre 25 y 29,9 sobrepeso y 30 o mayor obesidad. Es decir que la persona del ejemplo es obesa. Para niños y adolescentes hay que fijarse en tablas para cada edad, si se encuentra entre los percentiles 85 y 95 tiene sobrepeso y mayor de 95 obesidad. ¿Cuál es la evidencia? Un estudio estimó que en el 2007 en Estados Unidos cerca de 34.000 nuevos cánceres en hombres (4%) y 50.000 en mujeres (7%) eran debidos a la obesidad. El porcentaje de casos atribuidos a la obesidad varía según el tipo de cáncer, llegando al 40% en los cánceres de endometrio y adenocarcinoma de esófago (datos de National Cancer Institute, del National Institutes of Health de Estados Unidos) Varios mecanismos han sido sugeridos para explicar la asociación de la obesidad y ciertos cánceres: 1) El tejido adiposo (grasa) produce un exceso de estrógeno. Altos niveles de estrógeno se asocian al mayor riesgo de cáncer de mama, endometrio y otros cánceres. 2) Las personas obesas con frecuencia tienen niveles altos de insulina y factor de crecimiento de la insulina (IGF-1), conocido como hiperinsulinemia o resistencia a la insulina que promueven el desarrollo de ciertos tumores. 3) Las células adiposas producen hormonas llamadas adipokinas que pueden estimular o inhibir el crecimiento de las células. Las células adiposas también tienen efecto directo o indirecto en otros reguladores del crecimiento de los tumores. 4) Otros mecanismos incluyen alteración de la respuesta inmune y el estrés oxidativo Respecto al cáncer de mama varios estudios encontraron que el sobrepeso y la obesidad se asocian con un aumento de riesgo de cáncer de mama luego de la menopausia, sobre todo cuando el aumento de peso se produjo en la edad adulta, desde los 18 a los 50 a 60 años. El aumento de riesgo se debe a los niveles elevados de estrógenos que tienen las obesas. Después de la menopausia, cuando los ovarios dejan de producir estrógenos, el tejido graso se vuelve la fuente más importante de los mismos. Las mujeres obesas, en consecuencia, tienen niveles más elevados de estrógenos que promueven el crecimiento más rápido de los tumores que responden a los estrógenos. Las mujeres con sobrepeso u obesas tienen también dos a cuatro veces mayor riesgo de presentar cáncer de endometrio. Consejos para prevenir la obesidad. La Comisión Honoraria de Lucha Contra el cáncer y la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de la República hacen varias recomendaciones para llevar una vida más saludable y prevenir otras enfermedades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, que enumeraremos a continuación. Si quieres leer más al respecto te recomendamos consultar www.urucan.com.uy. 1.Haz actividad física en forma regular, al menos 30 minutos diarios 2.Consume al menos 5 pociones de frutas y verduras diariamente. Son fundamentales para una alimentación saludable, tienen bajas calorías y ayudan a prevenir el aumento de peso. Una porción es: una fruta, ¾ taza de jugo de fruta sin azúcar agregada, 1 taza de vegetales de hoja verde, ½ taza de vegetales cocidos crudos o enlatados 3.Incluye diariamente alimentos con alto aporte de fibra, como las verduras o frutas 4.Incluye cereales y panificados integrales para aumentar el consumo de fibra. Pero atención, su aporte calórico es mayor que el de los vegetales, modera su consumo. Los cereales integrales son: arroz integral, salvado de trigo, pasta integral, pan integral, avena, harina integral, galletas de arroz integrales. 5.Incluye leguminosas en tu alimentación, te benefician por ser ricas en fibra y bajas en grasas. Leguminosas son: porotos, lentejas, garbanzos y arvejas secas. 6.Prepara una merienda saludable para la escuela. Los entornos familiares y escolares pueden promover elecciones saludables en cuanto a la alimentación. 7.La lactancia materna tiene muchos beneficios, incluyendo la prevención de la obesidad 8.El consumo elevado de alimentos ricos en energía (grasa y azúcar) y pobres en micronutrientes (vitaminas y minerales) aumentan el riesgo de obesidad. Controla las grasas consumiendo cortes de carne magros y retirando la grasa visible, consume panificados sin grasa (pan francés, galletas marinas), lácteos semidescremados o descremados. Si consumes fritos, embutidos, fiambres o manteca elígelos sólo en forma esporádica. Controla el consumo de azúcares: dulces o mermeladas úsalos para untar pan o galletas, elige productos de repostería sólo eventualmente. 9.Fracciona la alimentación a lo largo del día, esto contribuye a controlar los volúmenes consumidos 10.Comer despacio y masticar bien contribuye a brindar saciedad y comer menos 11.Evita alternar períodos de dieta y no dieta. Se recomienda llevar un estilo de vida saludable a lo largo de toda la vida 12.Cuando sientas hambre entre las comidas consume una fruta o verdura 13.Agrega verdura a los sándwiches: lechuga, pepino, tomate, etc. 14.El consumo elevado de refrescos y jugos de fruta azucarados aumentan el riesgo de obesidad. Prefiere el agua, ocho a diez vasos durante el día.

viernes, 27 de abril de 2012

Nota de Celiaquia - Diario Clarin - Argentina

Ser celíaco: el desafío de convivir con una enfermedad "antisocial" Por Silvina Schuchner La experiencia de una periodista de Mujer, desde los malestares sin causa aparente hasta el diagnóstico definitivo. La noticia y su impacto en la vida familiar. La dieta como único remedio y la flamante legislación. Compartir 27/04/12 - 11:07 Cuando era chica, mientras otras nenas hablaban con sus muñecas o con algún amigo invisible, yo conversaba con mi panza. Le pedía por favor que no me doliera para poder jugar. Con los años, me acostumbré a que mi cuerpo cambiara de forma casi a diario. Tenía pantalones para los días que me sentía bien, y otros, para los días en que inexplicablemente mi panza se inflaba tanto que en el colectivo me cedían el asiento creyendo que estaba embarazada. Les preguntaba a mis amigas si les pasaba lo mismo. Para la mayoría era normal convivir con inflamación intestinal. Así que se lo adjudiqué alternativamente a los días femeninos, mi debilidad por los dulces y mi tendencia a engordar. Hasta que un verano, al malestar habitual se sumaron las náuseas y supe que las cosas no andaban bien. Del análisis de sangre me mandaron directo a hacerme una endoscopía. Al despertarme de la sedación, mientras me preparaba a desayunar una galletita de agua con mermelada, entró el médico. "Sos celíaca", me dijo desde la puerta. Los signos eran tan claros que ni siquiera necesitó esperar el resultado de la biopsia. Todavía medio dormida me acuerdo que bromeé: "Entonces -le dije-, es mi última galletita". Se río, asintió con la cabeza y se fue. Mi primera reacción fue de alivio: tenía un diagnóstico. Se trataba de una enfermedad que no se curaba con remedios (que siempre detesté) sino con una dieta. Estaba casi contenta. Unas semanas más tarde consulté con un gastroenterólogo. Me explicó que nunca más podría comer avena, trigo, cebada o centeno. Dijo que al principio la noticia podía resultar dura y me recomendó consultar con un psicólogo y una nutricionista. Pensé que, si iba a hacer terapia, sería por cosas más importantes y descarté la idea de una dieta reglada. Decidí simplemente suprimir todo lo que tuviera harina... Después me di cuenta de que eso significaba basta de pan, pastas, galletitas, tortas, medialunas... tampoco podía comer salsas, aderezos, ni tomar cerveza, en fin, cualquier cosa procesada que pudiera contener gluten. Para mi sorpresa, descubrí que está presente en muchos alimentos para darles consistencia. Empecé a los tumbos, aprendiendo qué podía comer, más por los efectos sobre mi cuerpo que por los largos listados que recibía de alimentos aptos de las asociaciones de celíacos. Me resistía a vivir a dieta. Cada vez que comía algo indebido por error, los efectos del malestar conocido se amplificaban. El primer día que fui al supermercado en mi nueva condición de celíaca, lo pasé mal. La mayoría de los alimentos no tenían el símbolo de la espiga de trigo tachada, y leyendo los ingredientes era difícil saber si contenían gluten o no. Lloré entre las góndolas. Mi mundo alimenticio se había reducido drásticamente. Me encontraba en medio de una dieta, híperestricta y de por vida. En ese momento, hallar alimentos aptos se reducía a las dietéticas. Los supermercados no tenían góndola diferenciada como ahora. Aunque, aún hoy, la oferta sigue siendo pequeña y los productos cuestan entre tres y cinco veces más que los comunes. A la bronca por el cambio de dieta se sumaba la nostalgia por ciertos sabores. Pasar por la puerta de una panadería y sentir el olor al pan calentito era un suplicio. Empecé comiendo galletas de arroz hasta el hartazgo. De a poco comencé a conocer alternativas: harina de maíz, de arroz, fécula de mandioca, galletitas de maicena... Nuevos sabores, otra consistencia, una masa que se deshace en la mano pero que queda pegada en el paladar. Y el pan, tan diferente, que aun tostado no exhala ningún aroma. También tuve que acostumbrarme a andar con mi comida a cuestas y a resignarme a no tener nada para comer en cumpleaños, reuniones sociales o eventos. Nada de copetín, nada de salsas, ningún postre. Lo que se dice, una enfermedad antisocial. Al enterarme de que se trataba de una enfermedad genética, con mi marido consultamos con el pediatra de las nenas. Nos sugirió esperar hasta que yo estuviera más habituada a la dieta. Pero no podía convivir con la idea de que alguna de ellas lo fuera y que la estuviésemo alimentando con cosas que les podían caer mal. Así que les hicimos los análisis. Resultó que la mayor también es celíaca. Ese día sí se me vino el mundo abajo. Yo era adulta, podía soportar una dieta de por vida, era cuestión de ser disciplinada, y si me tentaba con algo, alcanzaba con recordar lo mal que me podía hacer sentir. Pero, ¿cómo explicarle a una nena de ocho años que no tiene síntomas, y por lo tanto, nunca sintió la enfermedad en su cuerpo, que tiene que hacer una dieta? ¿Cómo decirle que no puede aceptar ninguna galletita en el recreo y que tiene que llevarse su propia comida a los cumpleaños? ¿Cómo se hace para enseñarle a comer ciertas cosas y prohibirle -de por vida- otras? Estaba enojada, muy. Enojo que trataba de disimular frente a ella. Recorrí las mejores dietéticas, compré todas las galletitas y alfajores que encontré. Y me resigné a escuchar que ninguna le gustaba. Tal vez esa fue la manera que tuvo de manifestar su rabia. Empecé a prepararle viandas para cada cumpleaños, porque ningún salón de fiestas ofrece un menú alternativo para los chicos celíacos. Para el primer campamento, directamente le armé una heladerita con la comida para cada día, porque muchos concesionarios no contemplan un menú especial. Cada vianda implicaba un doble trabajo: prepararle cosas ricas, y, además, tratar de que fuera similar a la de los demás. Porque lo que más le molesta es sentirse diferente. Con el tiempo, nos fuimos acostumbrando en casa a preparar dos comidas; apta y no apta, y a poner cartelitos para diferenciarla. También sus amigos, y las mamás de sus amigos ayudan y están pendientes de que mi hija siempre tenga algo para comer. El año pasado, finalmente, seguí el consejo del gastroenterólogo, y fui a ver a una nutricionista. Después de toda una vida con problemas intestinales, diarreas crónicas y anemia persistente, tras dos años de hacer la dieta celíaca, había empezado a absorber correctamente los alimentos y, como consecuencia, a engordar. Así que, a mi dieta sin gluten, tuve que sumarle otra baja en calorías. Pensé que no lo iba a lograr, pero pesó más querer verme bien. Hoy convivo con las dos dietas y me siento bien. Mi hija también se adaptó, aunque a veces se enoja y quiere comer los cereales o las galletitas de su hermana. Su papá, para calmarla, le dice que es una suerte tener una enfermedad que se cura sin remedios. Y ella contesta: "Suerte es no tener ninguna enfermedad". Una lógica inapelable. Pero está creciendo sana y fuerte. En estos cuatro años, desde que me enteré de mi condición de celíaca, la enfermedad explotó, se diagnostica mucho más y ya no hace falta explicar de qué se trata, como lo hacía al principio en cada reunión social. Pero en estos años nuestros gastos en comida se fueron por las nubes. Me acostumbré a cocinar el pan, las empanadas y los bizcochuelos en casa, para que no fuera tan caro. Aún así, los alimentos cuestan entre tres y cinco veces más que los comunes. Hace dos semanas, el Ministerio de Salud estableció que las obras sociales y prepagas deben pagar $215 de cobertura para comprar harinas y premezclas. Un beneficio que aún no está claro cómo se implementará y que todavía no pude percibir. A veces, cuando estoy en la calle y tengo hambre, apuro el paso frente a las panaderías y paro en una frutería. No es lo mismo, lo sé, pero es más sano, me consuelo. Después de toda una vida peleada con mi cuerpo, y resignada a no poder controlarlo, finalmente hice las paces. Me siento bien, y ya no necesito hablar con mi panza

martes, 24 de abril de 2012

Nota en Mundo Uruguayo - por Maite Sarasola

Obesidad y sedentarismo en niños es preocupante Esperando pegar el estirón En Uruguay hay cada vez más niños con diabetes tipo 2, hipertensión, apnea de sueño e hígado graso. Dos de cada diez tiene sobrepeso, relación que irá en aumento de no cambiar sus hábitos alimenticios. A iniciativa del diputado nacionalista Javier García se discute un proyecto de ley para prohibir alimentos nocivos en centros educativos. Mientras, empresarios del sector alimentos se preparan para la nueva etapa. Ver a un niño rellenito y cachetón era considerado saludable y hasta simpático hace algunos años. Hoy, la situación está empezando a preocupar a la sociedad y al gobierno. La obesidad infantil es hoy una epidemia difícil de parar. El peso del marketing de las marcas, la variedad de productos en el mercado, los precios accesibles, así como los nuevos estilos de vida y el sedentarismo son sólo algunos de los factores que han provocado que en el Uruguay casi dos de cada diez estén por encima de su peso. Los números que sacudieron a las autoridades fueron los revelados hace doce años por la primera encuesta sobre obesidad infantil ENSO niños 1. Esta encuesta tuvo como objetivo “evaluar la incidencia de sobrepeso y obesidad en niños uruguayos de 9 a 12 años y sus factores contribuyentes”. ENSO Niños 1 reveló que el 17% de las niñas y niños tiene sobrepeso y el 9% son obesos. SUPESO La Sociedad Uruguaya para el Estudio de la Obesidad, Supeso, es una organización civil sin fines de lucro que reúne a profesionales cuyos trabajos se encuentran relacionados con la obesidad. Para ello se han planteado diversos objetivos como promover el estudio de las causas, la prevalencia, las técnicas de diagnóstico, las consecuencias y el tratamiento de la obesidad, favorecer la comunicación de estudios e investigaciones al respecto mediante la realización de sesiones científicas, jornadas o congresos periódicos y difundir entre los profesionales universitarios los adelantos en el estudio, la prevención y el tratamiento de la obesidad. Para la Dra. Yenica Chaftare, presidenta de Supeso, la mejor manera de prevenir la obesidad es comenzando desde la infancia ya que “los niños obesos tienden a ser adultos obesos y el tratamiento del niño es la prevención”. “Entre las múltiples causas que tiene la obesidad tenemos factores genéticos, un niño que tiene una mamá o papá obeso, tiene un 40% más de chances de ser obeso y si los obesos son la mamá y el papá las probabilidades trepan al 80%” explica Chaftare quien también formó parte del equipo que tuvo a cargo la encuesta ENSO Niños 1. A los factores genéticos se deben agregar los llamados factores ambientales como los malos hábitos alimentarios y el sedentarismo que aumentan la probabilidad de que un niño padezca sobrepeso. Las consecuencias que tiene la obesidad en niños son las mismas que tiene en el adulto: hipertensión, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, aumento de riesgo cardiovascular, apnea de sueño e hígado graso entre otros. A eso hay que sumarle la repercusión psicológica que viven estos niños debido a la estigmatización y discriminación. ENSO Niños 1 encuestó a 886 niños, se reveló que todos los grupos presentan un alto porcentaje de sedentarios, siendo un 40% los obesos, un 31% los sobrepeso y un 30% los de peso normal. Sin embargo, “cuando se promedian las horas de ejercicio semanales fuera de la escuela en niños que practican ejercicio, es claro que los obesos realizan mucho menos horas” explica la encuesta. A su vez, los niños obesos repiten con mucha mayor frecuencia el plato de alimentos durante las comidas principales: almuerzo y cena. Hace doce años, el estudio concluía que a la luz de los resultados las cifras desbordaban las acciones personales y exigían medidas gubernamentales. Con el peso de la ley El diputado del Partido Nacional, Javier García, que además de legislador es pediatra, se preocupó por el aumento de obesidad en los niños uruguayos y creó el proyecto de ley sobre alimentación que está a estudio en el Parlamento. El objetivo de dicho proyecto es “proteger la salud de la población infantil y adolescente que asiste a establecimientos escolares y liceales, públicos y privados, a través de la promoción de una alimentación saludable en el ámbito educativo como forma de contribuir, actuando sobre este factor de riesgo, en la prevención del sobrepeso y la obesidad, hipertensión arterial y así en las enfermedades crónicas no transmisibles vinculadas a los mismos”. En entrevista con MUNDO URUGUAYO, el diputado García expresó que este proyecto “es una herramienta para luchar con una estadística muy dura que existe en Uruguay. El 70% de las causas de muerte es producido por lo que se denominan enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, etc.”. En Uruguay las causas de enfermedad y muerte han cambiado, antes tendían a ser enfermedades contagiosas pero hoy las principales causas de muerte son enfermedades crónicas no transmisibles. Uno de los principales factores de riesgo es la mala alimentación. Para poder aplicar esta ley se elaborarán dos listados: uno en el cual se incluirán los alimentos con recomendaciones para una alimentación saludable en diferentes etapas de la vida y en el otro aquellos que serán prohibidos por ser nocivos para la salud. Esta lista, según indica el artículo tercero del proyecto, será elaborada por el Ministerio de Salud Pública. “Encomendamos al Ministerio de Salud Pública que rige la política sanitaria del país la confección de dos listados, uno con una forma no solo informativa sino formativa, donde se incluyan los alimentos sanos, y otra con todos los alimentos que no son recomendables por no ser sanos y que producen este tipo de males” agrega García. Una vez elaborada las listas, aquellos alimentos que sean considerados saludables deberán estar en las cantinas de los centros educativos mientras que los otros tendrán prohibida su venta. Al margen de prohibir la venta de ciertos alimentos en centros educativos, también se planea prohibir la publicidad de los mismos como forma de “atacar” el problema desde diversos ángulos. Según García esta medida es necesaria para poder desarrollar una cultura de alimentación más sana. Otro ingrediente clave de esta ley para el diputado es el compromiso social que involucre a la comunidad educativa, a los padres y a los propios niños. “Actualmente existen muchas experiencias aisladas de maestras y maestros que llevan adelante experiencias de promoción de alimentos y enseñan lo que es una promoción sana. Con el proyecto lo que le vamos a dar es una organización a todo esto y el respaldo legal que lo configura como una política de salud”. Una vez puesta en marcha esta gran iniciativa, García confía en que desde la comunidad educativa se irradiarán al resto de la sociedad hábitos y conductas saludables. Por el momento el proyecto se encuentra a estudio de la Comisión de Salud del Parlamento. Almacén saludable Victoria Mignone es madre y estudió dirección de empresas. Luego de ponerse a pensar ideas para tener un negocio propio sus hijos la ayudaron cuando le preguntaron por ejemplo que era la avena o cuando usaron la miel para pegar pegotines. Fue ahí que Mignone se planteó la idea de crear un lugar con alimentos sanos y divertidos. Con la financiación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) ese sueño se hizo posible y abrió un local de venta en Pocitos llamado El Almacén de los Chicos. Los productos “no tienen elementos considerados nocivos en la alimentación no sólo directa sino indirectamente en la formación del chico. No tienen grasas hidrogenadas o grasas trans, usamos manteca o aceite altoleico, no usamos margarina ni conservantes, colorantes o saborizantes” asegura. En El Almacén cuando algo tiene gusto a frutilla es porque realmente tiene frutilla, y no porque tenga saborizantes como es el común denominador en los alimentos para niños que se encuentran en el mercado Mignone agrega que tienen líneas de productos en base a avena que es un cereal muchísimo más completo que el trigo, amén de productos con semillas de lino, chia, amaranto, quinoa y sésamo, de reconocida validez nutricional y que se dejaron de utilizar cuando los españoles conquistaron América. Luego de investigar sobre el tema Mignone descubrió, por ejemplo, que en 1975 el amaranto fue considerado por la Academia de Ciencias de Estados Unidos el cultivo más prometedor del planeta por ser el alimento de origen vegetal más completo para el ser humano. Sin embargo en Uruguay es prácticamente desconocido. Con estos productos se busca ir preparando el paladar de los niños, para que vayan teniendo experiencias diferentes “y que también eduquen su capacidad de saborear y no se acostumbren a tres o cuatro cosas que comerán el resto de su vida” señala. Es común asociar las comidas sanas con una cuenta más alta en el ticket del supermercado. Sin embargo Mignone explica que en este caso no se da esta relación. “En cuanto a costos, es más costoso hacer un alimento así que el que hacen en serie en una fábrica poniéndole ingredientes muchísimo más baratos, es por eso que se usa margarina que es muy barata comparada a la manteca o como nosotros que usamos aceite altoleico” pero no sólo en esto está el precio final. Para la creadora de El almacén de los chicos es importante mantener la calidad de los ingredientes con los que se hacen los alimentos y prefiere por ello ahorrar en otras cosas como por ejemplo en publicidad, algo en lo que las grandes compañías invierten millones. Es por esto que los precios son competitivos, “en realidad intentamos que las familias estén informadas y puedan elegir lo que le quieren dar de comer a sus hijos. Que puedan acceder y que no sea un impedimento económico”. Al margen de los precios accesibles, la empresa mantiene otra premisa y es que los alimentos especiales “como aquellos libres de gluten o los deslactosados” estén al mismo precio que el producto similar que se vende para un chico que no tiene determinada patología. Más allá de su accesibilidad y características nutricionales, los chicos encuentran atractivo el sabor, de ahí que en El Almacén los productos cumplan con el objetivo de ser “sanos, ricos y divertidos”. Si no pasan esas tres pruebas entonces no se ponen a la venta. Para Mignone el sabor es primordial para desterrar la idea de que lo sano no es rico. “La idea es demostrarles lo contrario que lo sano puede ser muy rico y tan atractivo, entretenido y colorido como cualquier otro alimento” afirma. ¿PEGARÁN EL ESTIRÓN? La encuesta ENSO niños 1 mencionada anteriormente data del año 2000 y concluye con la predicción de un incremento de la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares en los próximos años. Doce años después es posible afirmar que las predicciones dieron en la tecla y que las enfermedades aumentaron así como probablemente lo hizo el número de niños obesos. A falta de una encuesta nueva no se puede aseverar si los niños llegaron al rango de los adultos de uno de cada dos con sobrepeso pero sin dudas el 17% que se manejaba en 2002 aumentó. En esa encuesta también se concluía que las cifras desbordaban las acciones personales de los médicos y exigían medidas gubernamentales. De aprobarse la ley, podrían empezar a aplicarse medidas directas y fuertes. Pero será en los próximos años que veremos si hay un camino de retorno a la vida saludable.

sábado, 21 de abril de 2012

Cuento de los Hermanos Frontini

recibimos este cuento. Imaginen la emoción. Yo me imagino que la receta fue algo así como
400 g de entusiasmo
250 g de talento
2 tazas de alegría
3 cucharadas de compromiso

todo espolvoreado por influencia materna no tan impalpable...
disfruten!!
(empiecen a leer/ver de la ultima foto a la primera...la incapacidad tecnologica no nos permitio cargarlas al revez!





viernes, 20 de abril de 2012

desde Paysandú,


Bryan nos mandó su redacción para el sorteo Meriendas sanas, ricas y divertidas de marzo y ganó una mención especial.
Nos llegó su redacción por carta, con cartero y todo, desde Paysandú. La emoción de recibir su trabajo, hecho con tanta dedicación, fue inmensa.
Acá él con su premio!

miércoles, 11 de abril de 2012

La nota de humor

Roberto dice que nuestras galletitas provocan este tipo de cosas


gracias, Roberto!!

lunes, 9 de abril de 2012

Redacción Merienda Sana, rica y divertida

Tenemos a los ganadores:
Sorteo: Federica Petrovich, (Montevideo)
Menciones especiales para Bryan, que nos mandó por carta una preciosa redacción desde Paysandú y a los hermanos Frontini, que hicieron un hermoso libro para el concurso.
Felicidades!!

Los esperamos a retirar sus premios y a seguir participando!!






sábado, 7 de abril de 2012

Suplemento Café y Negocios 1 de abril 2012

pasen por acá
nota de Café y negocios sobre el encuentro de mujeres emprendedoras... perdon, empresarias!